Cuando comencé mi medicación con antirretrovirales, mi médico me dijo: “la meta es que, si tomas tu medicamento adecuadamente, en unos meses seas indetectable”. ¿Indetectable? Esa palabra era nueva para mí. Lo primero que me vino a la mente fue que el objetivo sería que el VIH no se me notara (como si de alguna forma alguien pudiera notarlo a simple vista, LOL).
“¿Cómo que indetectable?”, le pregunté con mucha curiosidad al médico. “Sí, ser indetectable significa que después de un tiempo de que comiences con tu tratamiento, tu carga viral, o sea, la cantidad de virus en tu sangre, es tan pequeña, que una prueba convencional de carga viral ya no es capaz de reconocer que tienes el virus en tu sangre”. Esas palabras me parecían casi ciencia ficción, pero resultó que era verdad: en aproximadamente medio año de tomar mi tratamiento, el chequeo mostró que no solo mis defensas habían subido, sino que el virus, ese pequeño pero letal invasor, había disminuido tanto en mi organismo que ya no representaba una amenaza para mi salud.

Pero el ser indetectable me cambió la vida de muchas otras formas: pude volver a tener una vida sexual y sentimental otra vez. Algo que nos pasa a bastantes personas —según testimonios que he recogido en conocidos que viven con el virus— es que experimentamos culpa al reiniciar nuestra “vida normal”. No sabemos cuándo ni cómo decirle a nuestras parejas sentimentales ni a nuestros ligues ocasionales que vivimos con VIH. A veces, por eso, decidimos evitar el contacto, para no tener que pasar por momentos incómodos, o por el miedo a que otros experimenten lo mismo que nosotros.
¿Dónde radica la importancia de ser indetectables para reanudar nuestra vida normal? Esta es la parte interesante, y que mucha gente desconoce: aquellos que somos indetectables simplemente NO TRANSMITIMOS EL VIRUS, aun si tenemos relaciones sexuales sin un método de barrera como el condón.
Claro que esta no es una “carta abierta” a tener relaciones sexuales sin condón, porque así como nos transmitieron el VIH en su momento, podemos contraer (o transmitir) alguna otra ITS, como la gonorrea, la sífilis o el VPH. Sin embargo, sí es una excelente opción para aquellos que, como yo, tenemos una pareja serodiscordante (es decir, que no tiene el virus en su sistema) y esta se encuentre mucho más segura y se sienta protegida. Es una manera de decirles: “no te preocupes por estar conmigo: no transmito nada, no tienes nada qué temer al estar a mi lado”.

De hecho, se han hecho muchos estudios en diferentes países entre parejas serodiscordantes y las conclusiones han sido siempre las mismas: las personas indetectables no transmiten el virus. No ha habido NI UN SOLO CASO de una persona indetectable que haya transmitido el virus a alguna de sus parejas sexuales. Esta información es incluso avalada por organismos como la ONUSIDA y es un gran paso hacia la erradicación del virus en el futuro.
Ahora bien: ser indetectable tampoco significa que estás curado, sino que el virus se encuentra “dormido” en tu sistema y seguirá así mientras sigas tomando tu tratamiento de manera oportuna. Por eso es que es muy importante que las personas no abandonen su tratamiento, porque muchas veces llegan a confundir esta indetectabilidad con una cura definitiva, cuando no lo es. Es, de alguna manera sencilla de decir, una “cura funcional”, siempre y cuando se sigan tomando los antirretrovirales.
¿Verdad que es impresionante hasta dónde ha llegado la ciencia en pro de nuestra salud?
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¡No estás solo, VIHVE SIN MIEDO!
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